«Porque en esta tierra ya no hay caridad». Desde luego que no. Ha sido sustituida por la solidaridad.
En las Pascuas hay algo peor que el peñazo de las comidas de Navidad con los compañeros de trabajo: los que te desean «Felices Fiestas». Me dan ganas de contestarles: —¿Qué Fiestas me felicitas? ¿Las Fiestas Primaverales? ¿Las Fiestas de San Fermín? ¿Las Fiestas del Pilar? Porque si lo que quieres es felicitarme las Pascuas de Navidad, dime «Feliz Navidad», hombre, que eso no es facha, sino de nuestra civilización cristiana...
¿Y los de la paz? ¿Dónde me dejan a los que te desean «la paz en estas Fiestas»? La que te desean no es la paz del ángel del portal de Belén, donde nació Jesús del Gran Poder. No es la paz del «et in terra pax hominibus bonae voluntatis». No es tampoco la paz que se da en la misa, aquella que cuando se instauró este rito tras el Concilio Vaticano II hizo decirle a la abuela de la Jefa de mi Casa Civil en la iglesia de Santa Bárbara de Pueblonuevo del Terrible a otra feligresa que le extendía la mano para «la paz sea contigo»:
—Perdone usted, pero no la conozco de nada, no sé por qué tengo que darle la mano...
Los que en estos días te desean «la paz» se refieren a esa paz progre de Rigoberta Menchú, de Pérez Esquivel, de las Naciones Unidas, de ACNUR y de España tirando el dinero con nuestras tropas en Afganistán, ya saben... No piensan en las palabras del ángel, sino en la paloma de Picasso. Y son los mismos que cuando se muere alguien, con tal de no citar la vida eterna dicen esa cursilada de: «Donde quiera que esté»... Pues mire: si era buena gente estará en el cielo, usted, y si era un hijoputa, estará en las calderas de Pedro Botero, ¿dónde quiere que esté?
Pero hay algo peor todavía más cargante que las Fiestas y la Paz: la Solidaridad. A mí, la verdad, me parece que aunque no se les caiga de la boca a los progres, Solidaridad es una palabra completamente facha. Cuando dicen Solidaridad me acuerdo del diario del Movimiento en Barcelona, que se llamaba así, «La Solidaridad Nacional»...
El espíritu de la caridad cristiana de la Navidad cada vez se sustituye más por la Solidaridad en Estas Fiestas. Hasta ahí, mera pedantería nominal. Lo que indigna es la cantidad de solidaridades que los ricos, ricos, ricos hasta decir basta hacen con el dinero ajeno. Por ejemplo, los partidos «solidarios» entre futbolistas y toreros, a beneficio de una causa «humanitaria». ¿Qué dinero se recauda en esos partidos? Cuatro perras gordas. ¿Y cuánto dinero ganan al año los futbolistas de un equipo y los toreros del otro? En vez de hacer el ridículo y exponerse a una lesión gorda de rodilla como le pasó a uno que yo me sé, ¿por qué no apoquinan directamente el dinero de su bolsillo, que para eso lo tienen y les sobra, y se dejan de fulbitos? Y quien dice fulbito en plan casados y solteros dice tenis solidario, tómbolas solidarias, almanaques solidarios, mercadillos solidarios, galas solidarias, cenas solidarias. ¿Y lo de las cenas, dónde las dejamos, la contradicción suprema de ponerse púos para recaudar fondos para los pobres, puro «Plácido» de Berlanga? En vez de tanto cenar y tanta gala para ponerse de tiros largos, ¿por qué no dáis ese dinero directamente a Caritas, hijos míos? Ah, porque entonces nadie pintaría la mona con el pretexto de la Solidaridad de las Fiestas, ni saldría retratado en el periódico, ni nada de nada. Ya lo dice el villancico: «Porque en esta tierra ya no hay caridad». Desde luego que no. Ha sido sustituida por la solidaridad.