domingo, 9 de diciembre de 2012

¿Estamos ante un caso Ecce Homo de Borja, en Marchena?, ¿quién pone freno a esto?. Felicidades a José Mª Calderón Herrera, por tan ilustrado artículo




El licenciado en Bellas Artes en las especialidades de Pintura y de Conservación y Restauración de Bienes Culturales por la Universidad de Sevilla, el marchenero José María Calderón Herrera, defiende que el conservador-restaurador es el profesional que tiene la formación y la experiencia para actuar sobre los bienes culturales con el objetivo de preservarlos para el futuro, y que en las últimas intervenciones en Santa María hay personas que “actúan de manera irresponsable e irrespetuosa y hacen de conjuntos históricos parte de su patrimonio, desajustándolos histórica y armónicamente, provocando aberraciones, en muchos casos irreparables, sujetas a gustos particulares”. (imagen de archivo).

Son muchas las personas que ya en tertulias, reuniones o simplemente en casuales encuentros y relacionándome con mi dedicación a la conservación y restauración de bienes culturales me preguntan y comentan sobre dudosas intervenciones en el patrimonio mueble e inmueble que se están realizando en la Iglesia de Santa María de la Mota de nuestra localidad.


Es por eso por lo que hago llegar estas notas al periódico digital de Marchena para que, en la medida de lo posible, sirvan de aclaratorias y a la vez de denuncia de hechos, atentados, que han ocurrido y están ocurriendo sobre nuestro patrimonio histórico artístico.

El patrimonio cultural de un pueblo, en breves palabras, es su seña de identidad, nos identifica, nos distingue, nos relaciona y son testimonios de su cultura en su más amplia acepción del término.

Es por tanto el patrimonio histórico artístico el valedor de gran parte de nuestra cultura y parte fundamental de nuestra historia, del que tenemos el derecho a disfrutar y a la vez respetar, preservar y conservar como parte de un legado llegado a nosotros de generación en generación y del que tenemos el deber de transmitir a las venideras en condiciones adecuadas como herencia de su cultura.

Estos bienes culturales, tanto muebles como inmuebles son únicos, irrepetibles e irreemplazables, en muchos casos de gran valor artístico, histórico, religioso, social o simplemente sentimental, no importa su tamaño, categoría, ni su autoría y que con independencia de en quien recaiga su titularidad son parte de la riqueza de un pueblo.

Sobre todos estos bienes culturales, las alteraciones causadas bien por agentes internos del propio material que las componen, bien por agentes contaminantes, llámense condiciones medio ambientales, luz, temperatura, etc. o bien por agentes biológicos, hongos, bacterias, insectos o factores humanos, manipulaciones inadecuadas e intervenciones desafortunadas, son las circunstancias que causan su deterioro.

Muchos de estos agentes de deterioro pueden ser evitables, aunque si es verdad, que dentro de unas condiciones de conservación idílicas que en muchos casos y por diversos motivos se nos escapan de las manos, así como por sus usos, costumbres, función a la que están destinados, etc. son también inevitables aunque corregibles.

Pero es al factor humano al que quería llegar, por ser este el que más directamente depende de nuestra educación y concienciación. Nuestro patrimonio, ése del que hemos hablado como uno de los pilares básicos de nuestra cultura, nuestra historia y nuestra idiosincrasia, único, irrepetible e irreemplazable no puede caer en manos de personas que carente de formación y (creyéndose) poseedora de ciertas habilidades manuales, actúen sobre ellos interpretando, enmascarando su originalidad y en la mayoría de los casos provocando daños irreversibles.

Dentro de este grupo es habitual encontrarse con el habitual “manitas”, doradores, imagineros, personas formadas en escuelas de artes aplicadas e incluso licenciados en bellas artes en especialidades distintas a la de conservación y restauración de bienes culturales. Para entendernos, es igual que acudir, cuando tuviéramos problema de salud, a profesionales no especializados en medicina o cuando necesitáramos asesoramiento o defensa jurídica no nos atendiera un abogado.

El conservador-restaurador no es un artista ni un artesano. Es el profesional que tiene la formación y la experiencia para actuar sobre los bienes culturales con el objetivo de preservarlos para el futuro, siempre según las directrices marcadas por un código deontológico aceptado internacionalmente.

Para el desarrollo de la profesión la recomendación europea indica que se debe de poseer titulación oficial relacionada con un nivel 6 dentro del Marco Europeo de Cualificación, lo que equivale a titulaciones superiores. Su formación está regulada en leyes y decretos educativos de la enseñanza superior. Las titulaciones superiores oficiales, actualmente reconocidas en España, son los títulos de las Escuelas Superiores de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, y las Licenciaturas en Bellas Artes con especialidad en Conservación y Restauración. Una vez definidas estas competencias, toda intervención sobre el patrimonio debe ir antepuesta de un proyecto de conservación y ejecución ante las autoridades competentes en materia de patrimonio que evaluarán y en su caso validarán dicho proyecto, en nuestro caso por comisiones específicas de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía o del Arzobispado de Sevilla.

Otro factor, por causa humana, unido al deterioro de nuestros bienes culturales viene de la mano de personas a las que se les concede de forma transitoria el mantenimiento o custodia de estos bienes, que carente de toda sensibilidad, actúan de manera irresponsable e irrespetuosa y hacen de conjuntos históricos parte de su patrimonio, desajustándolos histórica y armónicamente, provocando aberraciones, en muchos casos irreparables, sujetas a gustos particulares.

Casualmente estos dos elementos, nocivos para el patrimonio, suelen ir unidos y son los que si no se paralizan, están actuando en la Iglesia de Santa María de la Mota.

Es indispensable concienciar a la población además de a las autoridades, porque por estos dramáticos casos se pone en peligro gran parte de nuestro patrimonio cultural, lamentándonos más tarde como en los sucesos recientemente acaecido y ampliamente difundido del Ecce Homo de Borja.

José Mª Calderón Herrera.
Licenciado en Bellas Artes en las especialidades de Pintura y de Conservación y Restauración de Bienes Culturales por la Universidad de Sevilla.
Colegiado nº 1071 por el Ilustre Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Bellas Arte de Sevilla.


LA VOZ DE MARCHENA