jueves, 15 de diciembre de 2011

La figura del "Manijero" en la Semana Santa de Marchena

“Al frente de las cuadrillas que se forman en el país para el trabajo en los campos, va un jefe que se llama manijero…”

El manijero era la persona que se encargaba de organizar la cuadrilla de santeros (1) para sacar los pasos de las diferentes hermandades marcheneras durante la Semana Santa. Esta persona reclutaba a los santeros en su medio natural de trabajo, que era el campo. De las cuadrillas que habitualmente en Marchena se dedicaban a las tareas agrícolas, procedían en su mayoría los santeros, aunque también los había de otras procedencias como; albañiles, arrieros o peones camineros, pero siempre eran personas acostumbradas a trabajos de fuerza y carga.

Llegada la Cuaresma comenzaba la tarea de formar la cuadrilla de santeros para el manijero. Buscaba a los componentes de la cuadrilla del año anterior y en el caso de haber alguna baja, esta se cubría. Nunca la edad del santero era inferior a los 18 años y la edad media se situaba en los 35 años. Posteriormente llegaban las reuniones con las diferentes hermandades para llegar al necesario acuerdo económico. Se estipulaba un precio común para todas, dejando el tema de las propinas aparte, ya que estas eran gestionadas directamente por los santeros durante el desfile procesional. El manijero cobraba el doble que cada uno de los santeros que formaban la cuadrilla, por el trasiego de tener que reunir a los hombres y reunirse con las hermandades.

La cuadrilla de santeros estaba compuesta por unos 50 ó 60 hombres, que sacaban la totalidad de los pasos de las hermandades marcheneras. Eran gente fornida, ruda y generalmente analfabeta, que encontraban en la ingesta de vino y aguardiente sus particulares anestésicos para poder soportar la dura corría (2) de la Semana Santa. El trabajo extra que suponía el meterse debajo de los pasos, permitía a estos hombres aliviar sus maltrechas economías, ayudando a mitigar las duras condiciones en las que vivían el resto del año.

El manijero conocía perfectamente a cada uno de los hombres que componían la cuadrilla, sabía de sus cualidades y capacidades como consecuencia de trabajar con ellos el resto del año. Los más fornidos y expertos, por lo tanto la gente de mayor confianza del manijero, eran colocados en las patas y en los costeros, y los más novatos en el centro. La cuadrilla se formaba generalmente colocando a los hombres más altos en las primeras trabajaderas y a los más pequeños en las últimas, aunque en ocasiones a estos últimos se los colocaba en el centro.

El manijero cuadraba (3) a la cuadrilla a ojo, valiéndose para ello del conocimiento que de cada uno de los hombres tenía, como hemos referido anteriormente. La referencia que tomaba eran los hombros del santero, con los que este trabajaba el paso ayudado de la tradicional cabecera (4).

A la hora de mandar el paso en la calle, el manijero se encargaba de que los santeros estuviesen preparados y de que tuviesen un comportamiento decoroso durante el desfile penitencial de las hermandades. Además mostraba un especial interés a la hora de levantar y de bajar el paso, el resto de los mandos era cosa del capataz, que generalmente era una persona vinculada a la Junta de Gobierno, que vestía la túnica de la hermandad correspondiente. Era una estampa habitual de la Semana Santa del pasado, contemplar al manijero alrededor del paso con su vara en la mano, pendiente del comportamiento y trabajo de los santeros.

Una vez pasada la Semana Santa el manijero se reunía con los santeros en la taberna de turno para ajustar cuentas. La taberna era igualmente el punto de encuentro y contratación habitual para las cuadrillas del campo. Tabernas como las del “Cáceres”, “Achazo” o el “Pollo” fueron habituales en estos menesteres.

El trato del manijero con los santeros en ocasiones no era el adecuado, el único patrimonio de los santeros era su fuerza muscular y por su correcta optimización tenía que velar el manijero a lo largo de toda la Semana Santa, esto en ocasiones propiciaba que este no disimulase a la hora de realizar alardes de malos tratos con el personal, varetazos, blasfemias, patadas estaban a la orden del día. El manijero aseguraba de esta forma su autoridad sobre la cuadrilla frente a la hermandad.

El último manijero que trabajó con los santeros en la Semana Santa de Marchena fue José Gavira Ramírez, al que todos conocían por “El Cordonero”. Aprendió el oficio junto a su padre del que heredó el puesto y el apodo, lo de “Cordonero” viene dado porque su padre hacía sogas. Pepe “El Cordonero” recibió un cálido y emotivo homenaje el mes de noviembre del año 2010, en el marco del II Congreso Nacional “Pasión a Hombros”, celebrado en Marchena. Dicho homenaje fue el reconocimiento a su dilatada trayectoria trabajando con los santeros al servicio de las hermandades y la Semana Santa de Marchena.

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(1) De esta forma se conocía en Marchena a las personas que sacaban los pasos en Semana Santa por un jornal. Eran por decirlo desde un modo técnico los cargadores, lo que hoy día conocemos como costaleros.

(2) Se trata del número total de hermandades (pasos) que el santero trabajaba durante la Semana Santa.

(3) Colocar según la estatura o tamaño. Es lo que hoy en día se denomina como igualar.

(4) Almohada rellena de lana o guate que se amarraba con cuerdas a la trabajadera. Esta era la herramienta principal de trabajo de los santeros.

GONZALO LOZANO