martes, 27 de marzo de 2012

"Aquel Viernes Santo del año 1988..."

Viernes Santo 1 de abril de 1988. Son poco más de las 14:30 h cuando el capataz de la Hermandad de la Carretería, Pepe Andreu, acompañado de sus Auxiliares, Sebastián Pagés y Antonio Falcón, comienzan a igualar a las cuadrillas de costaleros en la acera del “Negro”. Aparentemente todo transcurre con normalidad, pero tras el cuenteo inicial las caras del equipo de capataces denotan otra cosa.

Terminado el recuento los números no salen, falta demasiada gente, la única solución es esperar a que los ausentes vayan llegando para poder cerrar el cuadrante definitivo de salida. El tiempo juega en contra, la hora de salida de la hermandad (16:30 h) se aproxima, por lo que el margen de maniobra es muy limitado. Apenas queda una hora para la salida de la cofradía, y hay que tomar decisiones.

Después de las incorporaciones de última hora el capataz toma las primeras decisiones. Lo primero, dado que la mayoría a de los huecos se encuentran en la cuadrilla del misterio será pasar a los hombres más espigados del palio a la cuadrilla del Cristo. Después de esta operación, el paso de palio cuenta con sólo treinta hombres, justo los que calzaba, para afrontar la estación de penitencia a la Catedral. Pero el verdadero problema se encontraba en la cuadrilla del misterio.

Después de la operación anteriormente narrada, el paso de misterio que habitualmente calzaba cuarenta hombres, apenas disponía de veinticinco para completar todo el recorrido. Ante estas circunstancias Pepe Andreu opta por dejar libres todas las corrientes, además de dejar la quinta trabajadera en banda. Una cruz imaginaria de vacio recorre las entrañas del barco de la calle Valflora, en el año que estrenaba la restauración de los respiraderos.

En estas circunstancias se abrieron las puertas de la capilla para comenzar la anual estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral aquel viernes Santo del año 1988 que durante muchos años sería recordado. El recorrido fue duro, pero la fortaleza física y mental de aquellos hombres determinó que la estación de penitencia de aquel año se desarrollase dentro de la normalidad, sólo el hecho de que la banda de las “Cigarreras”, que acompañaba el paso de misterio, apenas interpretase marchas en el recorrido de regreso de la Catedral, insinuaba la complicada situación que se estaba viviendo en las trabajaderas del paso de misterio. Entre esas trabajaderas se alineaba como costalero uno de los capataces que en la actualidad manda más pasos en la Semana Santa de Sevilla.

Lo que aquella tarde de Viernes Santo ocurrió en el barrio del Arenal, no era más que el comienzo del final de un ciclo, protagonizado por aquellas primeras cuadrillas de costalero aficionados que años antes habían tomado el relevo a los cuadrillas de costaleros asalariados.

Las garras de dragón que hacen de zancos en el paso de misterio

Aún se recuerdan aquellos Viernes Santos con veinte hombres bajo el paso y el compañerismo de algunos costaleros bajando tres palos para ayudarse…

GONZALO LOZANO.
A mis amigos Luis y David, para que pronto podamos volver a compartir trabajadera juntos.