domingo, 9 de octubre de 2011

La últimas Cuadrillas de Costaleros asalariadas de la Semana Santa de Sevilla

Tan sólo una década después de la irrupción de las cuadrillas de jóvenes aficionados, poco más de una docena de pasos seguían contando con cuadrillas de costaleros tradicionales
“Sin fe el costal es nada más que una vestidura apropiada para realizar mi trabajo”

Nos situamos en la Semana Santa del año 1983, tan sólo una década después de que la Hermandad de los Estudiantes apostase por la primera cuadrilla no salariada en la historia de la Semana Santa de Sevilla. En tan sólo diez años la presencia de las cuadrillas de costalero tradicionales se había reducido a poco más de una docena de pasos. Es cuanto menos curioso comprobar como una tradición de más de cuatro siglos, se había convertido en algo prácticamente anecdótico, en tan sólo una década, la que discurre desde el martes Santo del año 1973 y el referido año de 1983.

Primera cuadrilla de Hermanos Costaleros del Cristo de la Buena Muerte. Los Estudiantes - Sevilla 1973

Desde el inicio de la década de los años sesenta se habla de una etapa de decadencia que hacía presagiar graves consecuencias en el futuro. Durante los años sesenta comienza en España una etapa de crecimiento económico, propiciado por la emigración europea de mano de obra, el turismo y las inversiones de capital extranjero. Estas circunstancias provocaran de forma directa unas mejores condiciones sociales y económicas para la nación. En estos momentos comienza a despegar la industrialización y con ella llega la especialización en el trabajo, lo que se traducirá en la reducción de los trabajos de carga y fuerza. Además el nivel salarial general sube y ello se quiera o no repercute negativamente en el número de costaleros.    

Las mayordomías de las hermandades comienzan a preocuparse ahora por el aumento del coste de las cuadrillas de costaleros, cuando ya los salarios comenzaban a ser respetables, y lo que realmente era más importante y casi nadie suele comentar, el nivel de las mismas. El tiempo pasa para todo el mundo y ante la imposibilidad de regenerar las cuadrillas por falta de nuevos costaleros, estas envejecieron paulatinamente. A ello hay que añadir la retirada de algunos de los grandes capataces, Alfonso Borrero Pavón o Manuel Bejarano Rubio, pero además de las circunstancias sociales y económicas referidas anteriormente ahora se produce la irrupción de la juventud en las hermandades, que afectará a todas las áreas de estas, incluyéndose en hecho de salir de costalero en sus respectivas hermandades. 


Primera cuadrilla de Hermanos Costaleros del Señor del Gran Poder. Sevilla 1975

Cuadrante de la primera cuadrilla de Hermanos Costaleros del Señor del Gran Poder. Sevilla 1975

Pero además de lo referido anteriormente se hace necesario abordar  dos cuestiones, sobre las que habitualmente se suele pasar de largo cuando se trata el tema en cuestión. El cambio de consideración a nivel social que experimentó la figura del costalero, en un breve espacio de tiempo, los costaleros pasaron de estar repudiados y mal visto, a ser una especie de héroes sociales. Evidentemente esto aceleró el desarrollo de las cuadrillas de hermanos frente a las cuadrillas de costaleros tradicionales. Y por otro lado el cambio político que había experimentado la nación y propiamente la ciudad de Sevilla, que de forma inconsciente, identificaban a las cuadrillas asalariadas como elemento propio del régimen anterior. Tomando la fuerza del movimiento de los jóvenes costaleros como bandera de los nuevos aires de libertad que se vivían.

Sevilla, ciudad novelera donde las haya, se apuntó desde el primer momento a la moda de las cuadrillas de jóvenes no asalariadas. Aquellos estibadores, areneros, tejareros, trabajadores de las fundiciones y del mercado, albañiles, peones no cualificados…, dejaron paso en su mayoría jóvenes estudiantes, en la composición de las cuadrillas de costaleros. Estas nuevas cuadrillas suplían la falta de experiencia y fuerza, con altas dosis de afición del antiguo oficio del costal, y devoción hacia sus titulares.

Con la llegada de los años ochenta, la incorporación de los denominados como hermanos costaleros resulta masiva a las hermandades. Es ahora el momento en el que podríamos decir, que se ha producido la consolidación del nuevo sistema. Mientras tanto el costalero asalariado se enfrenta a un incierto futuro y lógicamente se producirán reacciones como las del año 1978, incluyendo un pliego de condiciones además de reuniones con el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla. Los años ochenta supondrán la consolidación del movimiento y la clara incorporación de capataces que trabajaron con los costaleros asalariados para ahora ponerse frente a las cuadrillas no asalariadas, y sobre todo, lo que era más importante para la necesaria formación de las mismas.


GONZALO LOZANO